La verdad es que con mi marido desde hace tiempo estábamos pensando en la posibilidad de convertirnos en padres, pero mis temores hacían que la situación se dilatara más y más. Temor a qué podrán preguntarse ustedes. Entre nos son de esos temores estúpidos que sentimos las mujeres alguna vez en la vida: falta de estabilidad laboral, posibilidades de engordar y dejar de pareces atractivas para nuestras piernas peludas, etcétera. En todo caso ya había sido consensuado el hecho de que nos pondríamos "en campaña" luego de cumplir un año de matrimonio, específicamente en el mes de febrero del 2011...todo súuuper calculado!!!, y ya se darán cuenta que algunas situaciones hacen que lo que tienes planificado se vaya a las pailas y decidas sumergirte en el mundo de "dejar que Dios y la biología hagan su trabajo".
En el mes de Septiembre viví una situación que me hizo replantear todo mi proyecto de vida familiar: falleció un hombre que había estado presente desde siempre en mi vida, una persona a la cual quería con toda mi alma, de esos que sin ser tu familia sanguínea se convierten en parte de tu corazón y de tu espíritu. La partida de mi padrino Rubén, compadre y amigo de mis papás junto a mi madrina, me hizo comprender que la vida no necesita de planificación, que por más que uno tenga las cosas tan ordenadas las enfermedades hacen que Dios te quiera a su lado en el momento en que Él lo decida, que nada está comprado y que las certezas muchas veces dejan de existir en el momento menos pensado. Mi tío tenía su jubilaciónn planificada: iría a un cruzero junto a su amada esposa, jugaría cada día más lotos, descansaría en su casa de Puerto Saavedra y disfrutaría la vida a concho, pero un cáncer quizo lo contrario y se lo llevó a tres meses de dado el diagnóstico. Pese a eso fue un hombre que dejó todo resuelto y que hizo todo lo que se imaginó de niño.
Pues bien, luego de dando llorar un día le dije a mi marido: quiero dejar las pastillas, no quiero esperar más. Su felicidad fue tan grande que no sabía si ponerse a saltar o llorar, pero le brillaron sus ojitos. Fue así como esperé terminar con el tratamiento de ese mes y me entregué a la voluntad de la ciencia, pensando en que iba a costarme quedar embarazada por todo el tema de las ansiedades.
¿Cuándo y cómo me di cuenta? eso se los cuento en la próxima entrada....
¿Y ustedes? fue una decisión? azar? como haya sido los hijos siempre son una bendición!

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